Lasciate ogne speranza voi ch'intrate

Lasciate ogne speranza voi ch'intrate

“Han venido a presenciar el Principio.
El renacimiento del Paraíso, destruido por el género humano.
Recuérdame, y tu autentico yo también. Y en lo que debes convertirte.
En la que nos conducirá al paraíso con las manos manchadas de sangre...”

jueves, 23 de enero de 2014

Helado agrio con sabor felicidad.

Un dolor punzante en el corazón, que me perfora el alma a través de las entrañas…

Cicatrices anhelantes de un ser adicto a la frialdad de la oscuridad y en silencio, en soledad, bajo el suspiro del monstruo de los tiempos de antaño, el que se esconde bajo mi cama y me tienta con derramar aquella sangre que coaguló en mi celebro,  yo asfixio mi pena entre lamentos interminables que gritan ocultos a través de mis ojos. ¡Oh! Sueño del que nunca quise despertar... ¿Estoy viviendo dentro del propio sueño? ¿O es el sueño parte de mi realidad?


Repudio los recuerdos que un día borraron aquella sonrisa ingenua de mi cara, bajo el manto una mirada de brillo infantil con sabor a helado de la felicidad, un estado que tan fácil resultaba de capturar y se derritió en mis manos, incrustando su sabor empalagoso a través de mi tacto.

Vivir a través del fantasma de un destino imperecedero, ahora tengo un vago recuerdo de esa necia inocencia, sin llegar alcanzar el sabor del recuerdo que quedó pegajoso entre mis manos y ahora se me resbala entre los dedos. Mi marchita cara finge sonreír, tensando con ello las dolorosas cicatrices del tiempo, un tiempo irrecuperable que mancharía una vida entera en desdicha,  por el recuerdo fugaz que una vez conocí.

Helado del recuerdo, que se derritió en mis sesos fundiéndose en mi mente. Blasfemo el momento en que te saboreé, maldigo el día en que te conocí y quise quedarme junto a ti, como una ratita asustada incapaz de salir de su madriguera. Ahora lloro tu ausencia, ahora busco tu perdón, para que me envuelvas entre la ignorancia perdida. Prometo lamerte y saborearte como si fuese la primera y la última vez, sabiendo que todo momento se nos escurre entre las manecillas de un reloj que aun muerto, sigue marcando su tic-tac. Y en cada lametón, procuraré no desperdiciar ni una sola gota, porque ahora sé, que ni siquiera el recuerdo marca un para siempre, que todo se derrite en el tiempo y que la vida termina, cuando uno olvida tu sabor…


Autora: Kel Báthory

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